
Técnicamente podemos definirlo como la proyección sucesiva
de imágenes fotográficas impresas en una cinta plástica que aparentan
movimiento. Pero, entonces... ¿cómo es que no percibimos al cine como una serie
de fotografías, sino que apreciamos imágenes con movimiento, con cierto
relieve, como si fuesen la realidad misma? Eso se debe a que en nuestros ojos
existe una cualidad conocida como persistencia retiniana por medio de la cual
las imágenes no desaparecen después de haber sido registradas, sino que
permanecen por una fracción de segundo.
Esto lo podemos comprobar fácilmente si observamos una
fuente luminosa e inmediatamente cerramos los ojos, por un breve lapso percibimos
la imagen. La persistencia retiniana permite que al percibir las imágenes cinematográficas,
las retengamos, de manera que se va hilando la percepción de movimiento.
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